¿Como se hicieron los Dólmenes de Antequera?

¿Os habéis preguntado alguna vez cómo se construía un conjunto megalítico? ¿Cómo se clavaban en el suelo esos enormes bloques de roca y cómo los cubrían después con pesadísimas losas de piedra?

No os perdáis esta impresionante recreación que nos muestra, paso a paso, el proceso de construcción de los dólmenes de Antequera.

Enlace del Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=nx1jkK0e_-I

El pegamento de la prehistoria

Todo se pega menos la hermosura, dicen. Pero no creáis que siempre fue así. Las flechas y lanzas con puntas de madera afilada comenzaban a quedarse anticuadas y empezaban a imponerse las potentes puntas de sílex o cuarcita. Igualmente, los cuchillos de madera fueron quedando atrás ante las afiladas y resistentes lascas de sílex enmangadas. Y ahí surgió un nuevo problema: las puntas y hojas de sílex, encajadas o sujetas simplemente con fibras vegetales o tendones a sus mangos o astiles, comenzaban a aflojar sus ligaduras y a soltarse con el uso. Pero el cerebro de aquellos primeros seres humanos, imparable tras cientos de milenios de evolución a las espaldas, se propuso dar respuesta a ese inconveniente. Y así inventaron el pegamento.
 

En el yacimiento de Campitello (Italia) encontramos ya lascas que alguien sujetó a un mango con ese pegamento hace 200.000 años o hace 125.000 años en Inden-Altdorf (Alemania). En ambos casos se utilizó como pegamento una brea obtenida mediante un complejo proceso de decocción de corteza de abedul en un agujero en la tierra. La oscura sustancia pegajosa resultante, el bitumen, poseía unas más que aceptables propiedades adhesivas.

 
Para encontrar el primer pegamento “compuesto” debemos trasladarnos hasta una cueva de Sibudu (Sudáfrica) hace 70.000 años. Aquí emplearon la resina que exuda la corteza de un árbol tan propio del lugar como la acacia. Pero en este caso no se limitaron a utilizar la resina sin más, ya que al enfriar terminaría cristalizando y haciéndose quebradiza ante, por ejemplo, el impacto de la punta de flecha sobre un blanco duro. Para evitar esa cristalización le añadían a la resina, durante el proceso de derretido, un poco de ocre en polvo o de carbón molido. Así obtenían un pegamento rojizo o negro.
 
Más avanzada la Prehistoria, se le irían sumando otros componentes y por el sur de Europa encontramos ya piezas que muestran un pegamento extraordinariamente resistente compuesto de resina de pino, cera de abeja y carbón molido para sujetar, por ejemplo, los dientes de sílex de las hoces neolíticas. Finalmente comenzaría la fabricación de colas a mayor escala mediante la cocción a fuego lento de espinas de pescado o de huesos y tendones de animales.

 

 
Esperamos que haya sido de vuestro interés y terminamos recordando con Oscar Wilde que “¡No hay mejor pegamento que una disculpa sincera! “

En “Medio” de la Prehistoria

Sobre el Hombre de Neandertal se han dicho y escrito muchas cosas, y casi todas ellas coinciden en afirmar que era más tosco y torpe que el Hombre de Cromañón (nuestra especie). Hoy sabemos que no es así.  Los neandertales cuidaban de sus mayores y demás miembros débiles de la comunidad, practicaban enterramientos, cocinaban su comida y disfrutaban de la música. Ahora también sabemos que conocían bien su entorno y aprovechaban las propiedades medicinales de plantas como la Alquilea y la Camomila, que han sido encontradas en el sarro de los dientes de neandertales hallados en la cueva asturiana de El Sidrón. La Alquilea tiene propiedades cicatrizantes, antimicrobianas, es útil ante desórdenes gástricos, etc. La Camomila es digestiva y sedante. Estas plantas se caracterizan por tener un sabor amargo y desagradable, y además carecen de valor nutritivo, por lo cual puede deducirse que su presencia en la dieta neandertal obedece exclusivamente a un uso medicinal.  Quizás no tenían escritura, pero la comunicación intergeneracional cumplió con las funciones de transmisión de conocimientos sobre su entorno, algo de lo que hoy día carecemos.
Volviendo a los restos de Camomila y Alquilea,  ambas son plantas encontradas en el sarro de los dientes de este homínido. En el caso de no tener restos de la mandíbula del mismo, y si queremos saber qué plantas rodeaban al Neandertal allá en el Paleolítico (Medio), pasamos a estudiar los registros polínicos. Los registros polínicos guardan la memoria de la vegetación o flora que había en un período determinado dentro de la zona estudiada. Gracias a la facilidad del polen para fosilizar y a su estructura específica, podemos identificar las familias, géneros, y a veces especies que quedaron atrapadas en diversas estructuras (oquedades de la roca, por ejemplo) en sus formas polínicas. Los sacos polínicos fosilizados nos traen al día de hoy una biblioteca a descifrar por los científicos (botánicos); una información sobre el ambiente florístico que rodeaba a los neandertales, a los heidelbergensis…
De la relación que mantienen los homínidos y, sobre todo, el hombre de Cromañón, con su medio, tendremos un medio ambiente más o menos saneado del cuál poder extraer recursos. El uso de la naturaleza en dosis tolerantes para la misma nos permite vivir en equilibrio con ella, sin dañarla, consiguiendo parámetros de sostenibilidad que permitan a nuestra descendencia y a nuestros vecinos en el mundo obtener también sus recursos de la misma. Quizás acercándonos al modo de vida en la Prehistoria lo haremos también a la sostenibilidad. Así lo haremos poco a poco.

1, 2, 3…música!! …prehistórica

Para que Vivaldi pudiera componer sus Cuatro Estaciones o The Beatles nos ofrecieran su Yesterday, nuestra especie tuvo que recorrer un muy largo camino musical cuyo inicio se remonta al principio de los tiempos. Queremos invitarte a viajar hasta ese momento en que suenan en una caverna los primeros sonidos rítmicos, acaso también armónicos, fruto de la creatividad humana.
La antropología musical y la paleomusicología parecen coincidir en que el primer sonido musical fue la voz humana que pronto se vería acompañada por la percusión corporal de manos y pies. Resulta muy difícil determinar cuándo nacen los primeros instrumentos musicales propiamente dichos. Piensa que estaban hechos con materiales fácilmente corruptibles como maderas, pieles y tendones. Aunque algunas figuras que aparecen en pinturas rupestres nos hablan de tambores y timbales, estos se deshicieron en la noche de los tiempos y de la percusión los primeros vestigios que tenemos son sonajeros de dientes y huesos. Más suerte hubo para la arqueología entre los instrumentos de viento y así quienes habitaban en los albores del Paleolítico superior (en torno a 40.000 años)nos dejaron flautas, silbatos, caracolas o bramaderas. Vamos a ver algunos de estos instrumentos.
La bramadera consistía en una pequeña placa de hueso o marfil atada al extremo de una cuerda que el músico hacía girar sobre su cabeza a gran velocidad para emitir un zumbido característico. Habitualmente estaban profusamente decoradas y en nuestros tiempos podemos seguir escuchando su música entre algunos Pueblos de Australia y África.
Divje Babe es una pequeña cueva al noroeste de Eslovenia donde apareció un pequeño fémur de osezno que presentaba cuatro agujeros perfectamente alineados por un lado, y un agujero más en el otro lado emplazado perfectamente para ubicar el dedo pulgar.  El hueso en cuestión arroja una datación de 43.000 años y se encontraba en un yacimiento musteriense, por lo que no tardaron en surgirle detractores a su naturaleza de flauta entre quienes desprecian la capacidad neandertal para crear música y otras manifestaciones artísticas.
De cualquier modo, en el siguiente vídeo puedes apreciar cómo suena la flauta de Divje Babe una vez reconstruida.  ¡Arqueología experimental en estado puro!
http://www.youtube.com/watch?v=nnLsK2f2IzM
Menos polémicos resultan los hallazgos del yacimiento de Hohle Fels (Alemania) en cuyas excavaciones aparecieron ocho flautas de época auriñaciense a las que ya el Homo sapiens arrancaba melodías . Una de esas flautas, tallada en un hueso de buitre leonado, pudo ser restaurada por completo. Mide casi 22 centímetros y cuenta con cinco agujeros perfectamente alineados y una boquilla en forma de V. Las dataciones por isótopos nos indican que esa flauta sonó por última vez hace ¡37.000 años!
Para finalizar nos podríamos preguntar el por qué nace la música. En qué momento siente el ser humano por primera vez la necesidad de expresarse mediante sonidos rítmicos y armoniosos. No son pocos los antropólogos que sugieren la imitación a los sonidos de la Naturaleza como causa. Charles Darwin aventuraría una romántica hipótesis (que, la verdad, no ha encontrado muchos apoyos) en virtud de la cual los primeros humanos cantaban para cortejar  a sus potenciales parejas, como hacen muchas especies animales en época de apareamiento. Más probable nos parece, a tenor de la antropología moderna y de la etnografía, que la música tuviera un carácter práctico y viniera asociada a rituales mágicos (caza, funerarios, sanatorios, festivos…) para pasar milenios más tarde a llenar los ratos de ocio ya tan frecuentes en el neolítico.
Vamos a terminar recordando una frase de Karlheinz Stockhausen, músico alemán, que nos recuerda que Desde que el hombre existe ha habido música. Pero también los animales, los átomos y las estrellas hacen música.